Y este título no puede contener más realidad en sus palabras.
Un ejemplo de contrapartida puede ser esa afirmación de que "ir al psicólogo sólo es útil si te sientes mal o estás enfermo". ¡Cuánto bien haría comprender que los profesionales que trabajan con personas lo hacen por y para las personas! No por y para las enfermedades, los que no están bien o los desorientados.
Pies a tierra (y hasta manos para tener cuatro puntos de apoyo). Quienes trabajamos con personas entendemos que todas son individuales, únicas como copos de nieve y con mucha historia por detrás y sobre todo, por delante.
Pero, ¿Quién es ese ser extraño que dice llamarse Orientador y que puede ayudarme? ¿A qué si puede saberse? ¿Acaso me va a hacer terapia? ¿Me va a a decir lo que tengo que hacer?
"Cuando Sócrates declaró que una vida sin reflexión no merecía la pena ser vivida, abogaba por la evaluación personal constante y el esfuerzo por mejorarse a sí mismo como la más alta de las vocaciones."
Lou Marinoff
Y esa reflexión es lo que tratamos de incentivar en las personas que acuden a nosotros.
El orientador tiene muchas más cosas que ofrecer que un simplista "me dice lo que tengo que hacer". Una buena labor de orientación implica conocer a la persona que tienes delante, así como sus necesidades, ilusiones, bagaje de experiencia, conocimientos...
No, no sólo es para quien se pierde. En nuestra actividad diaria con los orientados, hablamos de potencialidad, de sacarse partido, de visibilidad, de conocimiento actualizado, de tecnologías, estrategias, herramientas...
Y por otro lado, no sólo estamos para los desempleados: saber si se es feliz en un puesto de trabajo, de barajar los cambios laborales que pueden venir con los vitales, nuevas situaciones como la actualización, el reciclaje...
Los orientadores tenemos la suerte de trabajar con personas en multitud de situaciones y eso es lo que hace que nuestro trabajo sea tan gratificante.
Todo ello desde la escucha activa, la empatía y la observación externa.
Obviamente, no somos nadie para decidir en la vida de las personas. Más bien trabajamos como raíles que intentan ayudar en ese proceso de "darse cuenta" tan implicado en todos los cambios que se deciden.
Escuchar a quien tienes delante es la piedra angular de un buen trabajo. Recalco "ESCUCHAR", en su modo más activo y proactivo sobre "OIR" a los usuarios. Comprender y empatizar nos pone en la piel de quienes acuden a nosotros: personas comprendiendo a personas, no pretendemos ser mas, pero no nos permitiremos ser menos.
Pero una parte muy importante de la labor a la hora de asesorar a quien acuda a nuestros servisios es la de observar desde ángulos externos y con puntos de vista que, si bien pretenden acercarse a la realidad y sentimientos de las personas, también aportan matices, colores y visiones diferentes de los sucesos que recibimos.
Pon un orientador en tu vida
Como en todos los ramos, hay quienes nos consideran imprescindibles, quienes nos consideran unos "cantamañanas" (sí, literalmente me lo han llegado a decir) y quien no sabe qué hacemos realmente. Y que menos que decir, que todas las opiniones son aceptables y respetables.
Desde luego, y en todos los casos, siempre se trabaja para dar el mejor servicio:
- Ya estés trabajando pero quieras mejorar tu situación o cambiar de empleo
- Seas estudiante y no tengas clara tu vocación
- No entiendas tu contrato
- Creas que no eres feliz con lo que haces y quieras un cambio
- Estés opositando y necesites un apoyo
- Sea tu primera experiencia con el mundo laboral
- Llegues de otro país y necesites conocer el mercado, la forma de buscar trabajo o el sistema educativo
- Quieras crecer como profesional
- Desees emprender
- Tengas experiencia de años en un sector pero no tengas título
- Tengas entre 16 o antes de querer jubilarte
- Necesites un empujón en competencias digitales para el empleo, marca personal...
- Precises que te expliquemos actualizaciones laborales...
Y miles de cosas más :)
¿Qué me dices? ¿Acudirías a un orientador?
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